Santiago es Chile, leí alguna vez. Ciudad llena de luces, microbuses, smog, edificios y ruido, totalmente diferente a la tranquilidad y simpleza de pueblitos tan pequeños como Longaví.
Vengo aquí de vez en cuando a ver a mi familia y a distraerme un poco de la rutina del día a día de mi comuna y no puede dejar de llamarme la atención tanta gente amargada por doquier.
Me subí hoy a una micro y por primera vez he mirado la cara de las personas, todas con la mirada perdida, tristes y apagadas, seguramente pensando en las deudas que los aquejan y en lo tarde que van de regreso a casa. Aquí parece molestar alguien con la cara sonriente, si lo vas de buen ánimo, te miran con cara de bicho raro, casi como despreciandote para luego volver a su ostracismo.
Saludé, como siempre hago, al conductor: Buenos días. Esta micro pasa por la plaza de Puente Alto? La respuesta fué un sí, pero seco y en un tono tan agresivo que mejor pasé a sentarme esperando no equivocarme e ir a dar 20 paraderos mas allá de donde devía bajarme.
Me aserqué luego a una señora que esperaba desde hacía mucho rato un colectivo, para asegurarme que el 4011 era el correcto y, antes de abrir la boca siquiera, dió un paso atrás y tomó con ambas manos fuertemente su bolso y yo ni había notado que traía uno!
Aquí hay lugares maravillosos para conocer, lugares que a un pueblerino como yo sorprenden, pero ya después de dos días tomas un poco el ritmo de estas personas y aquellos sitios van perdiendo notoriedad ante la neurosis colectiva que parece imperar en esta ciudad. Sin darme cuenta, en lugar de mirar el detaller de tal o cual estatua, me sorprendo a mismo mirando con desconfianza al tipo que se para detrás de mí o la señora apresurada que pasa corriendo muy cerca de donde estoy.
Fuí al cerro Santa Lucía ( el cerro Huelén, lugar sagrado de los Mapuches y lugar desde donde don Pedro de Valdivia fundó esta orbe) y al volver a casa de mis padres recibí un montón de advertencias tardías sobre aquel lugar; Ahí asaltan todo el día! Está lleno de pervertidos! Me quedaré con eso creo yo y no con las tremendas obras de arte repartidas por el lugar ni con la vista impresionante de la ciudad desde la cumbre.
Hace unos días, volvía desde el centro en un bus y me llamó la atención un letrero que decía: "Cuidado, peldaño", pero alguien con mucho tiempo libre había quitado algunas letras y ahora se leía: "Cuida el ano"... Simpático, me reí casi a carcajadas y entonces, cayeron sobre mí nuevamente las miradas de extrañeza, así que volví a poner cara de afligido para no llamar la atención, claro, no sin antes sacar lo más escondida posible la cámara de fotos y dejar constancia.
Me gusta Santiago para recorrer lugares, siempre hay uno nuevo, pero definitivamente no cambio mi pueblecito sin semáforos ni gente corriendo. Allí aún puedo sentarme en paz en la plaa a escuchar un buen disco y salir sin mirar quién viene detrás con la intención de robarme.... Mañana mismo me regreso a Longaví!
Demasiado enorme para mi gusto. Demasiado anónima. Demasiado.
ResponderEliminarEste tipo de ciudades grandes no me gustan, son terribles aglomeraciones llenas de inseguridad y miedo.
De hecho, cuando visité Chile...no quise quedarme en Santiago, que por aquellos días había montones de incidentes, a cada cual peor.
Sí, hicimos una noche, pero porque teníamos el vuelo temprano por la mañana...quizá en mi próxima visita.
Es evitente que las ciudades, todas, tienen su cara bonita y otra no tan bonita, más bien fea y peligrosa.
Aún así...me quedo con mi Barcelona, una gran ciudad, aún agradable, aunque llena de gente y de anónimato...por eso decidí trasladarme a un lugar bastante mejor para vivir tras 26 años de noviazgo total.