La historia de hoy va más o menos así:
Jordi Castell es un fotógrafo chileno que se hizo conocido en la televisión no por tu trabajo, sino por declarar públicamente su homosexualidad y autoproclamarse como “un hombre casado” en tiempos en que insinuar aquel status civil entre hombres era considerado un pecado mortal.
Actualmente Jordi trabaja como animador del programa de farándula llamado “Primer Plano”, en donde se dedica a hablar de la escandalosa vida de otros personajillos de la televisión y del medio artístico nacional.
Stefan Kramer es un imitador que se ha hecho popular por sus detalladas rutinas humorísticas a diversos personajes del mundo político, la música y la televisión, entre los que se encuentra precisamente Jordi.
En un comienzo, al conductor de “Primer Plano” (no diré fotógrafo, porque a estas alturas parece no quedar nada de aquello) le parecía gracioso que lo imitaran, pero ahora, acusa sentirse denigrado y amenazó, a través de su cuenta de Twitter, con revelar un escabroso secreto que le conoce a Stefan, el que según lo que se deja entrever tendría que ver con la doble sexualidad del humorista o una infidelidad sostenida en el tiempo a su esposa.
¿Se puede ser un personaje de farándula, hablar, enjuiciar y condenar públicamente a otras personas en un programa de televisión y luego ofenderse porque se ríen de ti?
Jordi Castell -que llegó a la TV siendo una caricatura del gay amanerado, arribista y con aires de intelectual- dice que esto recién comienza y que se está asesorando legalmente para evitar ser llevado a tribunales por sus dichos. Kramer por su parte, que se ha llenado los bolsillos riéndose de los modismos y escándalos de sus colegas “artistas”, guarda por el momento silencio absoluto.
No sé por qué, pero esto me huele a “pelea de gatas”.
Supongo que la clave del asunto está en imitar pero sin llegar a la persecución. Es posible que el fotógrafo se haya sentido acosado por las imitaciones del otro tipo, y de ahí su malestar. A ver cómo termina todo esto.
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