Feliz cumpleaños, Roddo!

Y se me vino otro cumpleaños encima, casi sin darme cuenta… ¡Cresta, ya tengo 34!

En un año tan movido, agotador, imprevisto y triste, la celebración pasó a último plano en una larga lista de cosas que hay que hacer y esperar. Esta vez ni para torta alcanzó, aunque mi mamí, siempre tan asertiva y sin mencionarlo, me preparó esos “Calzones Rotos” que tanto me gustan, saturados de azúcar flor, crujientes y acompañados de una rica taza de café y una muy entretenida conversación.

Los cumpleaños te llegan quieras o no, y a pesar de que no me complica una arruga más o menos, me quedo con esa sensación extraña al pensar cuanto tiempo ha pasado y he perdido, las cosas que pudieron ser y no fueron, lo que me gustaría y no será.. y así, llegarán los 35, los 36…

No puede dejar de llamarme la atención el hecho de que con cada año la lista de visitas a mi casa a “festejar” va disminuyendo. Por un lado, es un tanto triste, pero por otro, creo que los que llegan son los que tienen que estar, y que finalmente son los que siempre han estado.

Víctor me dijo que mi post cumpleañero del año pasado era muy depresivo, que daba la sensación de alguien derrotado, pero no era esa la intención. Lamentablemente amigo mío, parece que este año no me va a quedar muy diferente!

Desde aquí, mis agradecimientos a quienes se acordaron de mi cumpleaños, de manera espontánea o gracias al siempre omnipresente Facebook, pero en especial a quienes durante el día de ayer me llamaron con cariño Ruso MacKenzie, Gordo, Qricho, Hermano y Cateto, porque cada uno de aquellos apodos significa mucho para mí y porque son parte mía cada día y en cada momento.

Los CD’s llegados desde España, el porta vino, los boxers (siempre tan útiles), el cenicero de la Araucanía, los vinilos de Sandra traídos desde Bélgica y hasta la Chuica de Chicha, han sido grandes regalos también, no por su valor comercial, sino por lo que representan y por las personas que me los han dado.

Pues bien, oficialmente soy un año mayor, y ahora que lo pienso mejor, aquellos “Calzones Rotos” han sido la mejor torta que he tenido en mi vida.