Saludo de navidad.

Cuando Dios decidió enviar a su único hijo al mundo para salvar a la humanidad del pecado y nos hablara de amor hacia al prójimo, seguramente no tenía en mente el "merchandising" que poco más de dos mil años después se generaría en torno al nacimiento de Cristo.

Cada año la publicidad navideña comienza más temprano. En octubre ya veímos las ofertas en la televisión y nos hablaban del juguete de moda y donde comprar la cena de noche buena ya preparada, lista para servir y al mejor precio. La gente se desespera por comprar cosas, se pelea por conseguir ese artículo que está a punto de agotarse y repleta tiendas buscando el regalo ideal.

La navidad ha sido siempre esquiva para mí. Miré toda mi infancia por la ventana de mi casa a los otros niños jugar con sus increíbles regalos pasada la medianoche, mientras yo sólo disfrutaba mirando el incesable parpadear de las luces de colores en mi pequeño árbol, sin esperar nada, porque sabía que nada iba a llegar. Pero siempre hubo una cena y un árbol, porque mi madre se aseguró cada año de que esas dos cosas jamás faltaran, pequeñas y austeras, pero con todo el cariño del mundo que ella no expresa en palabras, sino con gestos.

-Tanto que se endeuda esta gente comprando regalos y mañana no tienen qué comer- decía mi mamá, y como siempre, tenía razón. Al día siguiente, aparecían los vecinos preguntándole si tenía una zanahoria o una taza de azúcar para cocinar, incluso una aguja con un poco de hilo y ella, siempre tenía para compartir esas insignificantes cosas que no trae el viejito en su saco repleto de regalos, porque nadie se las pide, pero que son tan necesarias. Y yo me sentía feliz nuevamente, porque una bicicleta no quita el hambre y una pelota no fija un botón que se ha desprendido.

Hoy es 24 de diciembre y nuevamente el mundo se viste de árboles luminosos, adornos navideños y ayudantes de Santa Claus escuchando las peticiones de ansiosos niños que intentan convencerlos de que han sido buenos durante el año. Nuevamente no espero nada material, porque ahora sé que los regalos que recibo a diario son más importantes y valiosos. Mi familia, mis amigos que están cerca, apoyándome y sacándome una sonrisa, sin críticar ni preguntar, sólo poniéndose en mis zapatos y esperando lo mejor para mí, y claro, tengo a mi madre que me apurará para que arme el árbol, ahora más moderno y con más luces que cuando niño, para sentarnos a tiempo en la mesa a cenar, como cada año, aquel pollo asado con arroz primavera que tanto me gusta.

Para todos quienes visitan este pequeño rincón de la web, espero que reciban muchas cosas esta noche buena, pero de las que realmente importan, no bicicletas ni pelotas, que pasan de moda y se rompen, sino muchos abrazos, cariño y muchas sonrisas que digan “Te quiero”.

De mi parte, quiero decirle muy especialmente a Mario, Gloria, Paula, Ángel, Jaumet, Felipe (que en realidad se llama Felix), Jorge, Claudio, Kelly, Víctor y Jany; Gracias por todo! Ustedes han sido mi mejor regalo este año.

Feliz navidad a tod@s!!!

2 comentarios:

Yoya1979 dijo...

Tu sabes hermano que junto con Mario son mis preferidos y que los quiero mas que mi vida...

Muchas felicidades no solo para hoy, sino que para todos los dias..

Besos gigantes para ti.

Nos vemos pa' Escoge!!!
Abrazos

Roddo dijo...

Gracias hermana por tus palabras.

Abrazos y cuidate!

 

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