Viña del Mar 2011: Un festival para el olvido.

Fueron seis noches de altos y bajos. Con éxitos rotundos como los de Sting, Roberto Carlos y Óscar Gangas; y fracasos tan grandes como el de Ricardo Meruane. Hubo artistas repetidos, como Chayanne, Marco Antonio Solís y Alejandro Sanz; pero también hubo presentaciones inéditas como la (Orquesta) Sinfónica de Chile que acompañó a Sting (en su presentación).

Tampoco pudo faltar la polémica, como la de Américo con Rafael Araneda, o la crítica de la comunidad homosexual al humor fácil y discriminatorio de Mauricio Flores y Óscar Gangas.


Hace años que no veo el festival de Viña del Mar, salvo honrosas excepciones, la verdad me aburro como ostra con tanto artista tropical y romanticón que cada año pisan este escenario, para peor artistas que se repiten una y otra vez, como el caso de Miguel Bosé, Juan Gabriel o Ricardo Arjona.

El Festival de Viña del Mar es considerado uno de los espectáculos más relevantes a nivel mundial (será por la cantidad de personas que lo ven, no creo que haya otra razón) y el más importante a nivel americano y este año fue conducido por el chileno Rafael Araneda y la española Eva Gómez.

Esta vez, de los 6 días de festival, lo único que me senté a ver con calma fue parte del concierto de Sting, dos minutos de la indignante presentación del humorista Mauricio Flores y a ratos, cuando las pifias eran extremas, miré como Ricardo Meruane (otro de los humoristas invitados) era devorado por “el monstruo”, y que se convirtió sin duda en lo peor de este año.

Aquí algunos videos:


Sting, interpretando “They dance alone”, canción muy significativa para el pueblo chileno. Estuvo censurada hasta 1990 y habla de los detenidos y desaparecidos en el gobierno de Pinochet.


Mauricio Flores en el papel de Tony Sbelt. Una de las actuaciones más polémicas del último tiempo en el festival… Y pensar que esto salió en directo a más de 50 países.


Ricardo Meruane siendo devorado por “el monstruo”.

Primer aniversario del terremoto en Chile; 27 febrero 2010 - 2011.

Longaví, 27 febrero del 2011; 04.00 hrs.

Esta ha sido una semana extraña. De a poco me he ido reintegrando a la rutina del año con todo lo que implica después de algunos días de no hacer nada; arreglos de computadores en las noches, el trabajo formal de día y los quehaceres de la casa cuando queda algo de tiempo es lo normal nuevamente para mí.

Hace días que tengo la sensación de vacío en el estómago, mezcla de nervios, preocupación y angustia, aunque sin razón aparente.

Hoy, volviendo de la casa de Jany y Víctor, mis amigos de Linares, pasé el supermercado a comprar algunas cosas que hacían falta en la casa y en uno de los pasillos, entre las pastas y las salsas de tomate, lo escuché: hoy se cumple un año del terremoto. Una señora se lo comentaba a otra mujer que la acompañaba… y entonces, la sensación de vacío se convirtió en angustia y por poco me pongo a llorar. Sabía que era en estos días, pero pensaba que era mañana, o pasado.
Exactamente ha pasado un año desde que mi vida cambió por completo, y no me refiero sólo al hecho de haber perdido mi casa, si no a todo lo que ese hecho produjo en la manera en que veo y siento las cosas.

Acabo de ver, hace breves minutos, a las autoridades del país transmitiendo desde Cobquecura -el epicentro del terremoto- recordando la tragedia, a los muertos y llamando a la unidad nacional, pero para mí, este es un día en que por fin he pensado en todo lo que pasó y las consecuencias de ello; me he vuelto más duro, irritable, indiferente y ya no me guardo nada. A la primera molestia, disparo a quemarropa sin importarme si se trata de familia, amigos o gente relacionada con mi trabajo.

He descubierto que estoy lleno de rabia, decepción y pena. Rabia, porque veo como todos tienen buenas intenciones, pero que en lo concreto no sucede nada. Decepción, porque quienes debieron estar cerca se desentendieron del tema y me dejaron el peso de recomponerlo todo, y pena, porque a pesar de que estoy mucho mejor que otros tantos que lo perdieron todo, viven amontonados en casuchas de madera y sin nadie a quien recurrir, no puedo evitar sentir que nada avanza, que lo que hago no es suficiente (aunque Dios sabe que me sacado la cresta trabajando como nunca), porque agilizar los procesos no depende de mí si no de gente de cuello y corbata sentada detrás de un escritorio y porque cada día, cuando salgo a trabajar, lo primero que veo es el terreno donde antes estaba mi casa, sin nada, sólo con pasto y restos de concreto que me hacen recordar que allí crecí, aprendí todo lo que se y pasé los mejores años de mi vida, sin lujos, pero tranquila, lleno de cariño y con casi todos los recuerdos que tengo en mi memoria.

Detesto las fotos de perfil en Facebook con imágenes de banderitas y con mensajes alusivos al 27 de febrero del 2010 (o con ese nombre artístico copiado de los gringos; 27F), porque la mayoría no perdió nada, sólo se limitó a mirar el espectáculo por televisión y publicar idioteces en las redes sociales para parecer de buenos sentimientos y sentir que estaban en el pellejo de los que perdieron familiares, viviendas… sus vidas. Nadie puede saber lo que se siente si no lo ha vivido en carne propia. Hablar desde la vereda del dolor es muy distinto a opinar desde la comodidad de tu sillón y sentado frente al televisor.

El 2010 fue un tiempo para ser fuerte, hacer como que aquí nada a pasado, para trabajar mucho y juntar dinero, pero hoy es el día para decir lo molesto que estoy con la gente de ambos gobiernos (el saliente por su ineptitud para manejar una emergencia y con el nuevo por su ineficacia en rearmar el país) y con muchos de mi familia que no han sabido estar a la altura de las circunstancias, porque el hecho de que tenga un techo donde vivir no quiere decir que todo se haya solucionado, pero también es el día para dar las gracias a todas aquellas personas que han estado pendiente todo este tiempo y me han tendido una mano, a mis amigos, especialmente a Jany y Víctor, Paula y su familia, Félix, Ángel y Jaime, Jorge y también a José Luís, porque sin ellos todo hubiera sido aún más difícil. A todos ustedes, MIL GRACIAS.

Al final, no es la casa lo que siento, si no la sensación de haber perdido mi hogar y peor aún, la maldita incertidumbre de no saber cuándo podré recuperarlo.

Abba, Olivia y Andy; Una reunión histórica.

Buscando información para un pedido en el muro del blog, me encontré casualmente con una de esas rarezas que sorprenden en Youtube y que no pude resistirme a compartir.

En 1978, tres de los nombres más importantes de la música disco se dieron cita en un especial de televisión que quedó plasmado en el DVD "Olivia Newton-John /1978 Special", en donde se reunieron en un mismo “set” Andy Gibb (Bee Gees), ABBA y Olivia Newton-John en una especie de plenario musical.

Sorprende ver a estos artistas hablando tan distendidamente, como si de un grupo de amigos compartiendo en la sala de estar de su casa se tratara, bromeando con sus historias personales y vivencias alrededor de la música. ¡A mí me ha encantado!

A pesar de que no está subtitulado y mi inglés es relativamente básico, me reí un montón con las caras de Olivia cantando un tema de los Beach Boys o la pregunta que Björn Ulvaeus (el rubio integrante de ABBA) le formula a Andy Gibb: ¿Tienes hermanas o hermanos músicos, Andy? Mención especial merece la relajada interpretación lírica de Anni-Frid Lyngstad, ante la pregunta de Andy: ¿Puedes cantar alguna ópera? De hecho no conozco muchas canciones, sólo un poco -responde ella- , pero hace el intento.

Aquí el video:



Quizás sea que por estos días mi voto va por el humor blanco o por lo nostálgico que me parece esta reunión, no se; el hecho es que este video me ha hecho sonreír.

¿Quieres ser mi amig@?

Ella es joven, profesional, simpática y llena de vida. Se casó hace unos años, enamorada, pero no funcionó. Distintas diferencias de opinión, la rutina y las pocas cosas que tenían en común una vez que se fueron a vivir juntos terminaron por alejarlos definitivamente.

Ella está rearmándose, saliendo, conociendo gente nueva y retomando amistades del pasado, algunas más especiales que otras; ella no es de las que disfruta estando sola.

Hoy leí una actualización en su cuenta de Facebook que dice: Borrando el pasado de un solo clic.

Su ex-marido, amigos y otros tantos contactos, de esos que pululan en nuestras cuentas y con las que seguramente con suerte había hablado alguna vez, han desaparecido para siempre de su vida.

Al parecer la intención es partir de cero, desechando a los que ya no sirven (por la razón que sea) y he terminado pensando en lo volátil de las relaciones humanas en las redes sociales.

Mucha gente que conozco tiene 300, 500 u 800 contactos/amigos en sus redes sociales, pero en general no hablan más que con 5 o 6 de esas personas. Es como si mientras más gente se tiene en la cuenta, más popular se es, o al menos eso se aparenta, no importando si a muchos de ellos en toda tu vida los has visto en persona, compartido un café, trabajado o estudiado juntos. Aquí la consigna es cantidad, no calidad.

Internet da para todo y me parece que cada vez nos volvemos más desechables, tanto así que si no se cumplen los requisitos mínimos de tu “amig@” pasas al olvido absoluto en sólo dos movimientos del mouse de tu computador.

Mi cuenta de Facebook la hice casi a la fuerza. Mi hermana insistió que era un buen medio para mantener contactada a la familia, pero durante meses casi no tenía nombres agregados. Ahora ya pasan los 100 y es mucho… no hablo más que con unas 20 personas con frecuencia, no suelo “invitar” a nadie (porque los que me interesaban ya están en la lista) y hay 65 personas en espera de que los “acepte”, pero ahí se quedarán, en la categoría de “pendientes” porque ni se quienes son algún@s y a otros tantos a penas los he visto pasar por mi lado alguna vez.

Me sorprende la forma casi compulsiva de muchas personas que publican hasta los detalles más pequeños de sus vidas para que todos los lean y opinen al respecto; ¿Demasiado sól@s quizás?

Si eres de los que por deporte agrega gente a su cuenta de Facebook o Twiter para luego elimiarla, ten cuidado, porque el día menos pensado alguno de tus contactos, que quizás tú consideras cercano, puede seleccionar tu nombre de su lista y hacer clic en “eliminar contacto”.

Egipto.

Egipto, un país que por estos días es centro de la noticia y en donde importantes cambios se están generando, es también el último destino que han visitado mis amigos Ángel y Jaumet.

Desde allí, de tierras tan lejanas, comienzan a llegar hasta mi casa decenas de postales de diversos puntos de aquél exótico, místico e histórico sitio.

Egipto es uno de los países con más población de África, cuya mayor parte se asienta en las riberas del río Nilo y en el delta donde están las zonas de tierra fértil, lugar desde donde nació y se hizo grande este importante país, tan vital en la historia de la humanidad.

Casi la mitad de los egipcios viven en áreas urbanas, sobre todo en los centros densamente poblados de El Cairo y Alejandría.

Egipto es famoso por su civilización antigua y sus monumentos, como las pirámides y la gran esfinge; la ciudad meridional de Luxor contiene un gran número de restos antiguos, tales como el templo de Karnak y el Valle de los Reyes, desde donde provienen estas postales.

Mil gracias, Ángel y Jaumet, por permitirme de cierto modo acompañarlos en su viaje y por regalarme estas impresionantes vistas de un lugar que algún día quisiera visitar en persona.

El pobre cartero de mi pueblo ya no va todos los días a mi casa. Para evitar trabajo, junta varias, las amarra con un hilo y luego las lleva todas juntas en un sólo viaje, pero lamentablemente para él, siempre llegan más postales para entregar.

Santiago; Día 1.

En mi primer día en Santiago me dediqué a dormir por la mañana. A eso de las 12.oo horas decidí que era una hora prudente para levantarse, comer algo y salir a dar una vueltecilla por el centro de la ciudad.

Sin rumbo fijo, fui a parar a uno de los barrios más conocidos y cuicos (relativo a gente linda, adinerada, top, V.I.P.) de la capital; el Barrio Lastarria.

Este barrio, como la mayoría de este tipo de lugares, surgió a partir de una iglesia. En este caso puntual, la Iglesia de Veracruz, construida a comienzos del siglo XX.

Aquí hay mucha vida bohemia e intelectual, consolidándose como un punto de encuentro cuando se instalan una serie de cafés y bares, además de centros culturales, tales como el cine "El biógrafo", con funciones rotativas de cine arte.

Un agradable sitio para pasear, encontrándose aquí una serie de construcciones antiguas de gran valor arquitectónico entre sus pequeñas y serpenteantes calles, así como también una serie de exposiciones y venta de los más diversos artículos en plena calle, entre las que destacan: ferias de libros, objetos antiguos, música, etc.

Por el Barrio Lastarria se puede caminar tranquilo, sin tanto movimiento de tráfico ni gente. Consigue asombrarte mucho de lo que tiene para ofrecer. Lo mejor; hacer una pausa en el recorrido para beber un jugo natural bien helado.

Aquí algunas fotos:





Algunos sitios de interés en este concurrido lugar son:

- Cafeterías, Cine y museos en calle J.V. Lastarria.
- Plaza Mulato Gil de Castro.
- Cafeterías, teatros y centros culturales calles Monjitas y Merced.
- Bares y florerías zona José Miguel de la Barra-Victoria Subercaseaux.
- Parque forestal hasta Museo de Bellas Artes.
- Cerro Santa Lucía.
- Palacio Bruna e Iglesia de la Veracruz.

De regreso...

Santiago de Chile no es una ciudad amigable. La verdad es bastante estresante estar allí por más de 5 días entre millones de personas que van y vienen a toda prisa, chocando contigo al pasar, con rostros secos y casi sin expresión.

En la capital del país ya no hay tiempo para un "buenos días" ni para un sinple "gracias". Todo es entre gente que compra y entrega servicios.

Los semáforos son breves y a penas hay tiempo para cruzar la calle, el ruido de los bocinazos y los motores de los vehículos, especialmente en el centro, es ensordecedor y al final del día es inevitable no terminar siendo parte del sistema... aunque vayas muy tranquilo por la calle, con el tiempo de sobra, porque estás de vacaciones.

Santiago me recibió con mucho smog en el aire, el que se puede ver flotando entre los edificios más altos a la distancia, como es de costumbre en esta gran ciudad, pero además con bastante frío, lo que es poco frecuente en esta época del año, más aún considerando las altas temperaturas que se registran aquí producto del "efecto invernadero", provocado por los altos índices de contaminación y la falta de ventilación de la orbe, la que se encuentra rodeada de cerros que impiden la circulación de aire limpio.

Me quedé en un departamento, en un edificio muy cerca del centro mismo de la capital, y desde allí me moví en un par de ocaciones sólo para ir a comprar comida, salir de excursión a algún museo o simplemente para dar vueltas sin rumbo fijo. El resto del tiempo, los dediqué a dormir, contemplar la ciudad desde el balcón del departamento, volver a dormir y... no hacer nada.

En la imagen de hoy, una vista nocturna de mi primera noche en Santiago, mientras me paseaba descalzo por la casa.

Ya estoy de vuelta en mi rutina diaria y desde mañana regreso al trabajo, pero en estos días iré publicando fotos y comentarios acerca de mi pequeño viaje a la "nada", porque aunque Santiago es Chile y todo pasa allí, también es posible desconectarse y respirar tranquilo en el piso número 11 de un gran edificio.
Nos leemos en unos días. ¡Besos y abrazos para tod@s!
 

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