Mi madre ha sabido salir adelante a pesar de la vida difícil que le ha tocado. Enviudó a los ocho meses de embarazo de la última de sus cuatro hijos y a pesar de quedarse sola, se las arregló para que, aún cuando todo era cuesta arriba, no faltara el pan ni las cosas básicas de un hogar.
Todos quienes aman a sus madres piensan que la suya es la mejor, pero pocas historias de vida son tan impresionantes como la de la mía. Lo que me ha enseñado - y a toda mi familia – va más allá del exitismo y la grandeza de las cosas que inundan lo cotidiano. A pesar de que nunca me faltó nada y siempre tuve un poco más de lo que necesitaba, me mantuvo centrado en lo que realmente importa en la vida.
Simpleza, humildad, esfuerzo, lealtad, honestidad y sacrificio, son lecciones que no se aprenden en una universidad, sino que son palabras que toman sentido con el ejemplo de quien te forma, y de todo lo anterior, mi madre sí que sabe. Cada vez que la vi compartir con los vecinos lo poco que había, caminar kilómetros interminables para ir a buscar leña o frutas, trabajar hasta tarde lavando y planchando ropa ajena para ganar un dinero extra… aprendí cada una de esas lecciones.
Cortar un árbol con un hacha, construir camiones de madera, tostar trigo para hacer café, hacer los quehaceres de la casa o prepararme panqueques cada vez que se lo pido… todo lo puede mi madre, sin sacarle el quite al trabajo ni quejarse por el tiempo ni el esfuerzo invertido, porque a pesar de los cuatro infartos cerebrales y la cantidad de fracturas de hueso en el cuerpo, aún se las arregla para hacer lo que se propone.
No concibo mi vida sin ella y creo que no hay nada que pueda darle que recompense todo su cariño y cuidados a lo largo de mi vida. Lo que hago por ella es nada comparado con todo lo que ha hecho para sacarme adelante y hacer de mí una buena persona.
Mi madre biológica en tanto, heredó toda esta fuerza interior y es también ejemplo de vida para mis hermanos, quienes han aprendido los mismos conceptos y los aplican también en su vida.
Hoy se celebra el día de la madre en Chile y yo celebro por partida doble. Me siento afortunado por ello, porque he tenido la suerte de tener dos; la que me trajo al mundo y la que me crió.
Ambas son mujeres fuertes, trabajadoras, autovalentes y ejemplo a imitar. Las dos tienen un corazón gigante y quieren lo mejor para los suyos. Ellas además, comparten el mismo nombre, Hilda, que quiere decir “heroína o luchadora”.
Desde aquí, quiero que sepan cuánto las quiero y lo importante que han sido en mi historia; una desde Santiago y la otra aquí a mi lado.
Felicidades a todas las madres del mundo, especialmente a las que viven la maternidad con toda su alma, y más aún, a mis dos madres.
3 comentarios:
Felicidades!
Felicidades entregadas, Gene! ;-)
Abrazos y qué bueno leerte por aquí una vez más.
"Quien quiere a su madre no puede ser malo"
Proverbio árabe.
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