Juntos nuevamente a 14 mil kilómetros de aquí, los exóticos españoles están
de regreso en las andanzas. Se encuentran para comer macarrones, pasear por la ciudad
y compartir la vida que, por diversas razones, los mantiene a cierta distancia…
la que de todas formas no logra ser la suficiente para evitar que, de tanto
en tanto, se reúnan en torno a una mesa a
conversar, reír y beber una copa de vino... o dos (¡A mí no me engañan con sus
caras de santos devotos!).
Lo reconozco, algo de envidia hay. Pueden reírse y decir que soy un andino celoso,
pero no me importa, porque de mí no se libran fácilmente y desde aquí les
vigilo por la red y los mensajes de texto.
La euroaltiplánica (y espía internacional de tiempo completo), el cateto
mayor (mundial, no hay duda), el Yayu (favorito de las masas sudamericanas), la
futura estrella del rock/pop (que yo he descubierto, claro) y su novia de la
voz dulce (a quién también pienso lanzar al estrellato), están de vuelta en
las pistas una vez más; ¡Temed y ocultaos, mortales!
Para todos ustedes, un abrazo gigantesco e intercontinental y desde aquí, al fin del
mundo, les envío mis mejores deseos para que este reencuentro sea inolvidable.
P.S. No olvidar hacer un salud por mí de vez en cuando ni enviar fotos por
mail… ¡aún las que no son publicables en Facebook!
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